Es difícil abrir un periódico en España y no encontrar, por pequeña que sea, una noticia sobre algún enfrentamiento entre palestinos e israelíes; la crónica siempre se ciñe a la más rabiosa actualidad y el cronista pretende situarse en medio de una balanza que mide los muertos de un lado y del otro. Ante esta situación, con la tranquilidad que dan el periódico y el café a primera hora de la mañana, el lector español siente una amarga mezcla de indulgencia y compasión y acaba pronunciando, irremediablemente, el "a ver cuándo se ponen de acuerdo".
Nadie objetará que ponerse de acuerdo es un síntoma de progreso, ¿a caso hay algo tan bonito como dos manos encajadas?, y tampoco vamos a engañarnos: a nadie se le ocurriría afirmar: "ha sido un éxito, no estamos de acuerdo en nada!". Sucede, sin embargo, que hay situaciones en que el estar de acuerdo, o no estarlo, no es, ni mucho menos, la cuestión más importante. Veamos un titular de noticia ficticio: "Dos hombres se pelean a muerte en una casa".
Enunciado así, es de prever que nuestro querido lector bienpensante y tolerante proclame, nuevamente, "a ver cúando ponen de acuerdo", pero qué pasaría si supiéramos que uno de estos hombres ha entrado en la casa del otro por la fuerza, ha asesinado la hija del propietario y ha expulsado su mujer. Los dos hombres seguirían peleándose a muerte, seguirían hiriéndose el uno al otro, los dos serían plenamente responsables del dolor que estarían causando pero, paradójicamente, habría cambiado algo. Nadie, ni siquiera el más ingenuo de nuestros lectores, saldría al paso pidiendo un pacto entre caballeros, pediría sencillamente, que se hiciera justicia.
Este año se cumple el primer aniversario de la guerra en Gaza: 1400 palestinos y 14 israelíes muertos, y los medios haciendo malabarismos para equilibrar la macabra balanza. Pero más allá de la evidencia de las cifras, hay que dejar de lado la fotografía estática, rebobinar el curso de la historia y preguntarse ¿qué ha pasado?. Debemos repasar los hechos, establecer quién ha ocupado la casa de quién, quién ha expulsado a cientos de miles de personas para establecerse en el territorio y entonces, como nuestro afable lector, pediremos que se haga justicia y que más da si estan o no están de acuerdo.
Nadie objetará que ponerse de acuerdo es un síntoma de progreso, ¿a caso hay algo tan bonito como dos manos encajadas?, y tampoco vamos a engañarnos: a nadie se le ocurriría afirmar: "ha sido un éxito, no estamos de acuerdo en nada!". Sucede, sin embargo, que hay situaciones en que el estar de acuerdo, o no estarlo, no es, ni mucho menos, la cuestión más importante. Veamos un titular de noticia ficticio: "Dos hombres se pelean a muerte en una casa".
Este año se cumple el primer aniversario de la guerra en Gaza: 1400 palestinos y 14 israelíes muertos, y los medios haciendo malabarismos para equilibrar la macabra balanza. Pero más allá de la evidencia de las cifras, hay que dejar de lado la fotografía estática, rebobinar el curso de la historia y preguntarse ¿qué ha pasado?. Debemos repasar los hechos, establecer quién ha ocupado la casa de quién, quién ha expulsado a cientos de miles de personas para establecerse en el territorio y entonces, como nuestro afable lector, pediremos que se haga justicia y que más da si estan o no están de acuerdo.