dijous, 17 de desembre del 2009

Toros, lengua y estigma

He intentat que aquest espai reflectís, el mínim possible, la meva afició pels toros; però a falta d'un dia per l'inici del debat sobre l'abolició de les corrides al Parlament, em veig obligat a fer-ho.Us deixo, per tant, amb un article d'un company de Coalició, en Víctor Gómez Pin, on exposa d'una forma brillant, els motius d'uns i d'altres, i com la qüestió del patiment de l'animal ha de ser abordat amb més rigor del què s'està fent.


El Parlamento catalán debate una iniciativa de 'tono ecologista' sobre la abolición de las corridas de toros que enfrenta a partidarios y detractores de la 'fiesta'. Pero el asunto es más complejo de lo que parece.

VÍCTOR GÓMEZ PIN 16/12/2009

El 18 de diciembre se debatirá en el Parlament de Catalunya la aceptación a trámite de una iniciativa popular tendente a abolir las corridas de toros. Esta medida se inscribe en una secuencia de proyectos análogos, con arranque en abril de 2004, tras la declaración consistorial de Barcelona como ciudad anti-taurina.

Un segundo paso fue la moción abolicionista presentada también en el Parlament hace tres años, votada favorablemente, aunque postergada a efectos prácticos, quizás por la dificultad para asumir un provocativo párrafo que -evocando pretendidos estudios científicos- atribuía a los taurinos tendencias al abuso "hacia miembros de la sociedad, percibidos por los agresores como más débiles, como pueden ser las mujeres, los niños, los mayores o las personas inmigradas". Que nunca nadie haya pedido disculpas por esas palabras muestra que percibidos como débiles en Cataluña son en todo caso los taurinos, ya que pueden ser vejados en condiciones de total impunidad.

La abolición de las corridas de toros es ahora presentada como el corolario de un proyecto más general, que tendría marcado tono ecologista, apuntando a revitalizar el sentimiento de nuestra pertenencia a la naturaleza y la exigencia de proteger la biodiversidad. Tras estos argumentos abolicionistas es indudable que subyace un enorme problema filosófico y científico, en el que está en juego la concepción misma del hombre y de su lazo con las demás especies. Desde luego, una interpretación reduccionista del alto grado de homología genética que se da entre humanos y otros animales puede dar lugar a una revolución en el concepto que tenemos de comportamiento ético. Éste no pasaría ya por la exigencia de no instrumentalizar a los seres de razón, de tratar al hombre como un fin y nunca como un medio, sino por la empatía con todos los seres susceptibles de sufrimiento, en cualquier caso con aquellos dotados de sistema nervioso central.

Esta nueva ética tendría sin duda la dificultad de la coherencia, pues ¿cómo renunciar a la instrumentalización -empezando por esa forma mayor que es alimentarse de ellos- de seres dotados de sistema nervioso central, sin poner en entredicho las condiciones mismas de supervivencia de los humanos?

Una de las organizaciones que apoya la abolición con loable coherencia (pues, a diferencia de otras, se niega a hacer excepción de las fiestas consideradas oriundas de Cataluña, y que quedan prácticamente blindadas si prospera la presente iniciativa) dice en una resolución interna que "la tortura y los espectáculos crueles e inhumanos con los animales no pueden justificarse bajo la consigna de la tradición y la cultura". No puedo estar más de acuerdo.

Si la corrida de toros transgrediera ciertos imperativos éticos universales e irrenunciables (cosa que sí hace el que practica la vivisección sin anestesia de mamíferos superiores, o simplemente maltrata a su perro, confinándole en espacios donde no puede realizar su naturaleza) sería simplemente obsceno pretender defenderla en base a argumentos de fidelidad a tradiciones. El problema reside precisamente en determinar si la tauromaquia infringe alguno de estos imperativos absolutos. Obviamente los taurinos lo niegan y hasta suelen manifestar su sorpresa de que pueda considerárseles enemigos del pensamiento ecológico, o de carecer de sensibilidad para con los animales. Ecólogos, desde preservadores de medio ambiente en la baja Andalucía hasta responsables de los parques de la Camarga francesa; economistas, ganaderos o veterinarios, coinciden en que el mantenimiento de esos espacios que son las dehesas (parques auténticamente naturales, donde un animal criado por el hombre goza de condiciones para realizar su naturaleza específica, es decir, para actualizar todas las potencialidades para las cuales se halla genéticamente dotado) sería inviable sin la fiesta de los toros. Y enfatizan el hecho de que para el toro la corrida no significa tanto sufrimiento como combate (de 15 minutos tras una vida enteramente libre de más de cuatro años), combate que en absoluto rehúye, lo cual sería incomprensible si se busca la analogía con un ser torturado.

Los taurinos ponen asimismo de relieve que su contemplación del sacrificio del animal nada tiene que ver con una complacencia ante el sufrimiento del mismo. El sacrificio sería simplemente el precio por un rito de marcado peso simbólico y artístico, precio no mayor que el de tantos otros que se dan en las culturas europeas o no europeas.

¿Argumentos discutibles? Sin lugar a dudas, pero en cualquier caso es lógico exigir que no se tomen decisiones irreversibles al respecto antes de que un debate sereno haya tenido lugar, debate que ha de comprometer a sociólogos, ecólogos, filósofos, genetistas, artistas, etcétera. Las decisiones políticas en materia de costumbres y de ética han de ser expresión de este sereno deliberar y no preceder o sustituirse al mismo.

El problema ético de la relación con los animales afecta hoy a muchos colectivos, desde consumidores de ciertos productos gastronómicos, hasta pescadores, pasando por empresarios de la avicultura industrial o propietarios de animales domésticos. La misma dificultad que presenta la generalización de prohibiciones que supondrían la desaparición de actividades de gran peso económico hace que las propuestas abolicionistas sean permanentemente diferidas.

Los taurinos tienen, sin embargo, la sensación de una suerte de agravio comparativo y que, aun en una sociedad en la que muchas otras actividades susceptibles indiscutiblemente de violentar la conciencia ecologista o animalista son toleradas (simplemente por la relación de fuerzas), los taurinos son erigidos en chivos expiatorios, en nombre de una utilización política de la ecología, a veces sin relación con la ciencia ecológica, de cuyos corolarios los taurinos serían quizás ardientes defensores, simplemente si se les diera la posibilidad de posicionarse en un debate racional.

Y en otro orden de cosas, la radicalidad de los anatemas que se vierten sobre la fiesta de los toros es vivida como una suerte de repudio, no sólo por los taurinos, sino por tantos otros ciudadanos de Cataluña que, sin haber pisado nunca una plaza de toros, saben que la tauromaquia constituye una referencia de primer orden y una nota de identidad cultural para algunos de sus amigos o conocidos, y que lo era en cualquier caso para sus mayores. Entre estos últimos, a veces personas que fueron víctimas de la depredación económica por el franquismo de sus lugares de origen, y en consecuencia dolosamente forzadas a emigrar; personas que hoy son parte incuestionada del tejido social de Cataluña y probablemente han apoyado en su mayoría a las organizaciones constitutivas del llamado Tripartit; personas que hoy son padres de jóvenes cuya lengua propia es el catalán, y que no aciertan a entender que, en nombre de la pretendida voluntad de estos mismos hijos, se repudie algo que ha marcado hasta las metáforas de su lenguaje; personas en definitiva que sí han apostado a que una Cataluña soberana -y eventualmente independiente- se forjaría como espacio integrador de la diversidad de lenguas y culturas de los que en ella habitan: "No estigmatizar ni a los que están en contra ni los que están a favor, sea cual sea su idioma de origen", decía el entonces alcalde Joan Clos, tras el pleno que declaraba el carácter antitaurino de la ciudad de Barcelona. Si se trataba meramente de defensa de los animales, ¿a qué venía esta farisaica alusión a la lengua? Conviene, en efecto, evitar que ese sello candente al que remite la palabra estigma sea impreso como marca de infamia, ni siquiera en aquellos que "por su idioma o su origen" podrían ser considerados mayormente susceptibles de abrigar vergonzosos sentimientos de empatía con lo que significa la fiesta de los toros.

Victor Gómez Pin es afiliado a Iniciativa per Catalunya.

dimecres, 9 de desembre del 2009

El reloj de Aminatu


¿Cuánto tiempo podrá vivir Aminatu Haidar? La pregunta no pretende iniciar una disertación macabra sobre la capacidad de supervivencia del ser humano en condiciones extremas, sino poner sobre la mesa la necesidad, trágicamente impostergable, de solucionar un conflicto –el saharaui –que, resolución tras resolución de la ONU, parece no tener fecha de caducidad. Cuando se habla del conflicto saharaui se comete, demasiadas veces, el delito de cosificar su pueblo; el pueblo saharaui está formado por personas como Aminatu, cientos de miles de relojes, que señalan minuto tras minuto, la incompetencia –seremos benévolos- de una comunidad internacional que, en lugar de darles derechos, se limita a darle tiempo al tiempo.

Aminatu Haidar, en huelga de hambre desde el 15 de noviembre, ha señalado una fecha límite (los anglosajones, con razón, le llaman deadline) al conflicto saharaui. Se trata de una decisión valiente – "es un mérito pero se paga caro" diría el escritor Julio Cortázar- que requiere de una respuesta de igual valentía por parte del gobierno español. No puede ser que la respuesta del gobierno se centre en poner en marcha una maquinaria política y judicial para forzar a Aminatu a torcer su voluntad, no se puede responder a la dignidad de un pueblo con argucias judiciales. El gobierno no debe olvidar que el reloj de Aminatu señala días, horas y minutos, pero señala también las décadas de espera de un pueblo dispuesto a vivir.

La misma ética que impide al gobierno dejar morir a Aminatu, debería empujarlo a dejar vivir a todo un pueblo. "Tic, tac, tic, tac", suena en Lanzarote pero también en Tinduf. La neutralidad, en el conflicto del Sáhara, es un apoyo encubierto al gobierno marroquí; la neutralidad es la evidencia que, para el gobierno, los derechos de las personas y los acuerdos agropecuarios se miden en la misma balanza. En los próximos días habrá concentraciones de apoyo a Aminatu y a su pueblo y no podemos faltar; tampoco nosotros podemos darle más tiempo al gobierno, no podemos esperar nada de él, hay que forzar al gobierno a buscar una solución al pueblo saharaui; no les podemos fallar.

El próximo jueves 10 de diciembre, a las 19:00 frente la Subdelegación del Gobierno en Barcelona (Avda. Marquès d'Argentera 2)

dilluns, 30 de novembre del 2009

¿Ayudas a los jóvenes? Mejor derechos.

Las ayudas del gobierno

Leo en Público que 60.000 jóvenes beneficiarios de las ayudas al alquiler no han cobrado los 210€ mensuales que les corresponden. La situación es a todas luces vergonzosa, porque supone un problema mayúsculo para los jóvenes implicados, pero esta tragedia no debe hacernos olvidar el planteamiento de la propuesta misma del gobierno, y muy especialmente, las alternativas de izquierdas que tenemos los jóvenes.


Las dificultades que tienen los jóvenes para emanciparse no son fruto de una fatalidad generacional sino de un entramado económico, social y cultural que los relega a ser ciudadanos de segunda. Las ayudas del gobierno pueden, ciertamente, aliviar alguna situación, pero para mejorar las condiciones de vida de la población juvenil es necesario acercarse a las causas de sus dificultades.


Y entre éstas observamos que la tasa de desempleo de los jóvenes dobla el paro nacional y, además, la mayor parte de los empleos de los jóvenes son temporales y mal retribuidos. O que el precio de los alquileres en España en relación a la renta es mucho mayor que la media europea. ¿Es justo que el conjunto de los españoles acabemos pagando 210€ a los propietarios de las viviendas que alquilan los jóvenes? Las supuestas ayudas al alquiler se convierten en ayudas al propietario.


Los jóvenes queremos derechos


Los jóvenes no queremos que el conjunto de la población nos ayude a pagar nuestro alquiler; los jóvenes queremos ejercer nuestro derecho a un empleo digno, nuestro derecho a una educación pública y de calidad y nuestro derecho a emanciparnos. Y estos derechos entran en contradicción con un sistema económico y social basado en el máximo lucro en el menor tiempo posible, o sea, con el capitalismo.


El gobierno debe tomar medidas para garantizar la emancipación de los jóvenes pero dichas medidas deben afectar el funcionamiento mismo del capitalismo. Y no somos ingenuos, cuando afirmamos la necesidad de afectar el capitalismo no nos referimos a abolir la propiedad privada y asunto resuelto. No, por ahora.


Afectar el capitalismo, significa poner restricciones a su propia lógica, no tenerle miedo. Con la caída del muro de Berlín, la lógica capitalista se erigió como un edificio inquebrantable, cualquier decisión que no concordara con la lógica del libre mercado se convertía en una herejía. En Europa se olvidó que todos los derechos que adquirimos los trabajadores, incluso los más asumidos como el derecho a vacaciones o a la sanidad, constituyen, bajo la sombra del capitalismo, una tremenda herejía: no son rentables, ¿Y qué?


Posiblemente la ampliación del parque de viviendas públicas para alquiler juvenil supondría menores beneficios para los arrendadores privados, ¿y qué? Posiblemente el aumento de los contratos indefinidos a los jóvenes supondría mayores gastos para los empresarios, ¿y qué? El capitalismo nos trae sin cuidado.


Nuestra calidad de vida, nuestros sueños y nuestras esperanzas no computan en los balances financieros de las empresas, y sin embargo, son lo que dan sentido a nuestras vidas. Por esto, los jóvenes le echamos un pulso a la mano invisible del mercado y que el gobierno decida, con o sin talante, de qué lado está.

dimecres, 18 de novembre del 2009

El Moviment estudiantil de Catalunya a debat

La mia praticità consiste in questo: nel sapere che a battere la testa contro il muro è la testa a rompersi e non il muro,

Antonio Gramsci

Avui és 18 de novembre i a les universitats ningú parla de la manifestació d’ahir. Podria ser perquè alguns i algunes estudiants no han pogut anar a classe, perquè han de treballar per pagar-se els estudis i amb l’aplicació de Bolonya, els horaris no ho permeten compaginar treball i estudi. Potser serà perquè ja hem passat l’equador del quadrimestre i, amb la immensa quantitat d’alumnes que tenen els professors, la famosa avaluació continuada s’ha quedat reduïda a posar exàmens i perdre hores de classe. O senzillament s’han quedat al bar de la facultat, convençuts i convençudes que quan acabin el grau no trobaran cap feina digna. Però, a vegades no cal buscar tantes excuses: si els estudiants no parlen de la manifestació d’ahir és perquè ahir no va haver-hi cap manifestació.

Després d’un curs amb grans mobilitzacions, ocupacions a desenes de facultats, aturades de classes i una espectacular mediatització del moviment estudiantil, l’únic que en queda són estudiants amb judicis i expedients a sobre, bé l’únic no, també queda la realitat, d’un procés de Bolonya que avança sense fissures. Potser ha arribat el moment d’aturar-nos un moment i repassar què hem fet de bé i de malament.

Durant l’any passat una part del moviment estudiantil de Catalunya va apostar molt fortament per una major combativitat del mateix; membres d’una de les organitzacions que van defensar el canvi d’estratègia em van arribar a afirmar que es podia arribar més lluny amb una minoria molt mobilitzada que amb una majoria massa procliu a l’acomodament. En aquell moment vaig manifestar que no hi estava d’acord, sempre he cregut que no serveix de res avançar sense el conjunt de la població, l’única força de l’esquerra és que les nostres propostes beneficien objectivament a una majoria, sempre m’ha semblat ridícul pretendre afrontar la nostra activitat sense la nostra única força.

Els aconteixements de l’any passat, però, feien complicat explicar aquesta posició. La repressió cap a estudiantes i estudiants, que va provocar l’augment de la combativitat, va generar una àmplia mobilització de la comunitat universitària; la mobilització, però, va sortir del terreny de política per situar-se en el de la denuncia policial, terreny en què, per cert, va comptar amb la complicitat dels mitjans que van veure, en la repressió estudiantil, una oportunitat per desgastar el conseller Saura i el Tripartit.

I mentre sortíem del terreny de la política, l’aplicació de Bolonya avançava implacable malgrat que les consultes entre l’estudiantat reflectien una oposició considerable cap a la manera com s’estava construint l’Espai Europeu d’Ensenyament Superior. Òbviament, les veus crítiques amb el desenvolupament de la mobilització estudiantil van ser titllades de reformistes, com si l’estratègia a llarg termini, l’anàlisi de la correlació de forces i la recerca d’aliances amples per assolir propostes polítiques no fossin pròpies dels i les revolucionàries. Encara resultarà que els processos revolucionaris s’han fet sense cap mena d’anàlisi a cop d’intentar baixar, sí o sí, a manifestar-se per Les Rambles.

En resum, hem d’aprendre dels errors del curs passat, i n'hem d’aprendre tots i totes, perquè tots i totes en tenim una part de responsabilitat pel què vam fer o pel que vam deixar de fer. Si de debò volem construir una universitat per a tothom, haurem de comptar amb tothom i haurem de mobilitzar en base a objectius assolibles, per tal que el nostre discurs no caduqui d’un any a per l'altre. La nostra oposició al procés de Bolonya no ens ha de fer oblidar que el que volem és una universitat pública gratuïta i de qualitat, és a dir, baixar les taxes, més beques, baixar la ratio d'alumnes per professor, més serveis, que els continguts de les assignatures no els determinin les empreses, que la Universitat formi persones critiques, major democràcia etc. Aquestes propostes polítiques eren els nostres arguments quan cridavem no a Bolonya, però també quan ens oposavem a la resta de lleis universitàries estatals i nacionals. Per això toca tornar-les a posar sobre la taula i explicar que els i les estudiants no ens limitem a estar en contra, sinó que tenim un alternativa i demostrar que no som una generació revoltada sinó de revolucionària.

dissabte, 19 de setembre del 2009

Jean Jaurès, cent cinquanta anys de socialisme i pacifisme


Avui, Jean Jaurès tindria cent cinquanta anys. Polític, periodista i pacifista, va conscienciar-se amb la vaga de miners de Carmaux, amb l'afer Dreyfus o amb la seva oposició a la primera guerra mundial. Després de fundar el diari L'Humanité, que dirigiria fins al seu assassinat, va contribuir al naixement de la Secció Francesa de la Internacional Obrera.

Amb els anys, la seva popularitat, ha situat a Jaurès com el major referent de l'esquerra francesa, fins al punt que el mateix Nicolas Sarkozy, amb el seu habitual oportunisme, ha reivindicat el seu bagatge polític i personal. El fenòmen no és pas aïllat, tot moviment polític nacional té tendència a apropiar-se del llegat dels personatges històrics més rellevants per a la història del pais. Ho ha fet la revolució Cubana reivindicant la figura de Martí, o la Bolivariana amb la de Bolívar. Però també el conservadurisme italià amb la de Gramsci o la dreta francesa amb el de Jaurès.

Hi ha, però, diferències entre l'apropament de l'esquerra i la dreta a les figures històriques del moviment progressista. Els primers s'hi apropen -ens hi apropem-, per tal d'iluminar, amb el seu pensament i la seva acció, la nostra realitat. Els segons, en canvi, s'hi apropen per amagar-les, per cobrir-les, per evitar que cap raig de llum amenaci en revelar la naturalesa de les injustícies d'aquest món, injustícies de les que són responsables, o en el millor dels casos, còmplices.

Jaurès va lluitar per la pau i la justícia social, i a més ho va fer convençut que aquests objectius només eren possibles amb la unió de tota l'esquerra, el llavors anomenat Bloc des Gauches. Cent cinquanta anys més tard, els comunistes francesos segueixen defensant la unitat de l'esquerra a través del Front de Gauche. Ara entenc per què van matar a Jaurès.

dijous, 10 de setembre del 2009

La diada i l'opressió nacional

Enguany celebro la meva vint-i-cinquena Diada Nacional, d'aquests vint-i-cinc onzes de setembre, els primers els vaig passar passant, els següents amb els nervis de l'imminent tornada a l'escola, més tard preguntant-me pel sentit d'una festivitat fora del calendari escolar i no va ser fins fa deu anys que vaig començar a preguntar-me pel seu significat polític, sobre el perquè els catalans ens dotàvem d'un dia per celebrar l'existència de la nostra nació.
Des de llavors he passat diades reivindicant aferrissadament la necessitat d'exercir el legítim dret a l'autodeterminació i d'altres creient que eren del tot irrellevants . Amb el temps, i l'experiència, crec haver entès que les dues posicions no són irreconciliables.
El principal motiu d'un cert escepticisme vers el sobiranisme són, precisament, els sobiranistes; i em permeto usar el "d'esquerres i de dretes". Mai he cregut en la nació oprimida catalana, si quan parlem de nació estem parlant precisament de les persones que en formen part. I n'hi ha que s'omplen la boca d'opressions nacionals - els d'esquerres amb harmònica sintonia amb la social- i jo, què voleu que us digui, d'aquesta opressió nacional no en veig ni rastre a Catalunya.
L'opressió nacional no és res abstracte, haver conegut la realitat cubana o palestina permet entendre, amb els matisos de cadascun d'aquests països, com s'articula l'opressió nacional. En ambdós casos, ens trobem davant de ciutadans que són discriminats per la seva ciutadania. Discriminats a l'hora de buscar una feina, de realitzar uns estudis, de cercar oportunitats a l'exterior. Succeeix el mateix a Catalunya?
No ho crec. Certament els i les catalanes patim discriminacions; els i les joves, per exemple, tenim més dificultats alhora d'aconseguir beques a la universitat, però aquestes discriminacions lluny de ser d'origen nacional, ho són d'origen social fruit de vint-i-tants anys de govern de dretes convergent. Podem queixar-nos a Madrid de les cues d'espera en la sanitat pública després d'anys d'aposta pública per les mútues privades? Podem queixar-nos a Madrid dels barracons de la Primària i la Secundària després d'haver estat la Comunitat Autònoma que més ha finançat la concertada?
No podem confondre, sistemàticament, les conseqüències de les polítiques classistes de la dreta catalana amb l'opressió nacional. I no ho podem fer, no només per jutjar correctament el paper de CIU, sinó sobretot, per forçar al Govern d'Entesa a defugir del continuisme, i fer polítiques que trenquin amb el llegat convergent.
Hem d'exigir el dret a decidir, però no podem caure en el parany de plantejar-ho de dalt cap a baix. L'exercici de l'autodeterminació no es pot limitar a la participació en un hipotètic Referèndum. L'autodeterminació és un procés que comença en la nostra quotidianeïtat, des del moviment veïnal, des del moviment estudiantil, des del moviment obrer, i sí, també, des del cultural. Autodeterminació és decidir el nostre model urbanístic, econòmic, educatiu i cultural. Comencen a autodeterminar-se els i les treballadores que exigeixen unes condicions laborals dignes. Comencen a autodeterminar-se els i les estudiants que s'impliquen en els continguts dels plans d'estudi. Comencen a autodeterminar-se els i les veïnes que qüestionen els plans urbanístics i plantegen alternatives. Comencen a autodeterminar-se les dones que volen decidir sobre el seu propi cos. Comencen a autodeterminar-se els i les artistes que es volen expressar en la seva llengua.
Hem de començar per l'inici i no pel final: l'autodeterminació no és un plebiscit sinó un procés d'organització. Endarrere aquesta gent, tan ufana i tan superba...

dilluns, 29 de juny del 2009

Primeras lecciones del golpe de Estado en Honduras

Para quienes defendemos la democracia, cualquier intento de tumbar la voluntad popular mediante las armas, es rechazada. Sucede, sin embargo, que a la mayoría de gobernantes del mundo (y a las clases oligárquicas que los sustentan), el cuento de la democracia les trae sin cuidado, y no tienen reparos en apoyar aquellos golpes de estado que les convienen. Hace apenas siete años, los gobiernos de Estados Unidos y de España apoyaron el golpe de estado contra el Presidente Chávez, hoy, sin embargo, condenan el secuestro del presidente hondureño Zelaya y exigen la restitución del orden constitucional. ¿Qué ha cambiado de 2002 a 2009? ¿Será el "Yes, we can" de Obama? ¿El talante de Zapatero?

O ni una cosa ni la otra, pues lo que ha cambiado verdaderamente es el mapa político de Latinoamérica. Cuando se planeó el golpe de Estado en Venezuela, Cuba era el único aliado estable del gobierno bolivariano. Y por mucho afecto que tengamos a la mayor de las islas del Caribe, la oposición de Cuba al gobierno golpista no habría alterado demasiado la agenda en Miraflores. La situación en 2009 es diametralmente distinta. ¿Qué perspectivas de prosperidad puede tener un país de siete millones de habitantes cuyo gobierno no sea reconocido por la mayoría de gobiernos de Latinoamérica? Cuyo petróleo depende de Venezuela? Cuyos servicios de asistencia sanitaria dependen de la solidaridad de los médicos cubanos? Ningún gobierno en el mundo, por más de derechas que sea, apoyaría un golpe de estado condenado al fracaso.

¿Y entonces porqué la oligarquía hondureña se obstina en realizarlo? La respuesta la tenemos quizás en las declaraciones realizadas por Rafael Correa, presidente de Ecuador, quien ha insistido en la restitución del presidente Zelaya sin condiciones. El verdadero objetivo de la oligarquía no es cambiar su presidente sinó evitar el inicio de una reforma constitucional que podría llevar a una irreversible pérdida de su influencia sobre la partidocracia hondureña. La desesperación de esta oligarquía es tal, que para lograr su objetivo no tiene reparos en situar el país centroamericano al borde de una guerra civil. Si Zelaya fuera restituido en su cargo con el compromiso de no iniciar la reforma constitucional, los golpistas podrían darse por satisfechos.

En definitiva, el golpe de estado en Honduras, más allá del dolor e indignación que nos produce, evidencia las transformaciones que se vienen produciendo en Latinoamérica estos últimos años. Esperemos que se imponga el sentido común y que el pueblo hondureño pueda reformar su constitución para cerrar la partidocracia y abrir el camino hacia una democracia participativa y protagónica. Y esperemos también que las fuerzas armadas hondureñas tengan la responsabilidad de no abocar el país a una tragedia. Y, por si las moscas, movilicémonos para que así sea.




dijous, 25 de juny del 2009

Las palabras de Raül Romeva

Hay demasiadas palabras, uno las encuentra por todas partes, en cualquier esquina, estorbando en cualquier hoja de papel, en las pantallas de los más modernos teléfonos móviles pero también en la de los más viejos.

Las palabras nos asfixían, se propagan por el aire, aislando las moléculas de oxígeno, hidrógeno y otros elementos que obviaré, para no darles más aire, para no usar más palabras. Y cada vez cuesta más respirar en estos apalabrados tiempos, se nos quedan en la punta de la lengua, se nos atragantan y hasta nos las comemos.

Y entre tanta palabra de más, está el sostenibilísimo eurodiputado Raúl Romeva que ni la tiene ni mantiene para luchar contra un cambio climático que, como avanzó el primo de Rajoy, no sería más que palabras.

Que sea pues consecuente y no suelte más palabras, no vaya a ser que la próxima vez yo no las mida y se me escape más de una de las grandes, gruesas, mayores y pesadas. Y a buen entendedor... mangas verdes, que puestos a no respetar acuerdos no respetamos ni refranes.

Las buenas conciencias

Us deixo amb un poema de Julio Cortázar publicat, juntament amb d'altres textos inèdits a Papeles inesperados.
És, senzillament, un genial toc d'advertència.


Las buenas conciencias

Sos así: inteligente, clara, refinada,

vivís en armonía con las gentes, las cosas y las plantas
que has elegido despaciosamente,
rechazando sin ruido lo que quebraba el ritmo diurno,
la calma de tus noches.
Eso no significa que ignores este caos,
este fragor de sangre que llaman siglo veinte.
Al contrario, seguís muy de cerca
cosas como el racismo, el apartheid y las trasnacionales,
la sangre en Argentina y Chile y Paraguay y etcétera.
Cada tarde a las seis comprás Le Monde
y te indignás sinceramente
porque todo es violencia, violación y mentira
en Dublín en Beirut en Santiago en Bangkok.
Y después cuando vienen Paulita y Juan y Pepe
les explicás con té y tostadas que esto no puede ser,
que cómo puede ser que esto sea así, y la mesa
se llena de protestas democráticas,
de migas humanísticas y Derechos Humanos (cf. Unesco).
Todos están de acuerdo, y todos sienten
que están del justo lado, que hay que aplastar a Pinochet,
pero curiosamente
ni ellos ni vos han hecho nunca nada
para ayudar (digamos, dieron plata, se solidarizaron
algunos con las campañas periodísticas),
porque les lleva lo mejor del tiempo
aplastar al fascismo con perfectas razones silogísticas
y sentimientos impecables.
Es evidente que leer Le Monde
es ya un combate frente a los que leen el Figaro.
Lo importante es saber dónde está la verdad
y repetirlo y repetirlo cada día
a los mismos amigos en el mismo café.
Casi una militancia o poco menos,
casi un peligro porque en una de ésas
te oye un fascista y ahí nomás te fichan.
Oh, querida, ya es tarde,
andá a dormir pero antes, claro,
las últimas noticias. Mataron a
a Orlando Letelier. Qué horror, verdad.
Esto no puede ser, esta violencia
tiene que terminar.
(Suena el teléfono, es Paulita
que acaba de enterarse.)
Da gusto ver
cómo vos y tu gente participan
de la historia.
Vas a dormir tan mal, verdad, mejor quedarse oyendo música
hasta que venga el sueño de los justos.

Julio Cortázar

dilluns, 8 de juny del 2009

¿Cuánto cuesta un eurodiputado verde?


Desde que Iniciativa per Catalunya asumió la Consejería de Interior, nuestros socios del Carrer Ciutat se han acostumbrado a los golpes, y no me refiero a los que propinan los mossos de Esquadra en las manifestaciones estudiantiles, sino a los propinados por los electores en las urnas, o más bien, en la ausencia de ellas.

El primero fue en las elecciones municipales, dónde ICV-EUiA perdió 23.527 votos, el segundo en las Generales, dónde perdió 74.609 votos y el tercero en las recientes Elecciones Europeas, dónde ha perdido otros 64.249 votos. Habrá quién objetará que cada proceso electoral es distinto, y tiene razón, pero resulta que la coalición ha perdido votos también respecto a comicios anteriores: entre las municipales de 2003 y las de 2007, pierde 77.914 votos, entre las Generales de 2004 y las de 2008, pierde 51452 votos y entre las Europeas de 2004 y las de 2009, otros 32.782 votos. En definitiva, desde que Joan Saura asumió la Conselleria d'Interior, se han perdido 162.385 votos, quedándose actualmente con el 42% de los votos que permitieron al presidente de ICV tomar la polémica decisión.

A pesar de esta incontestable caída, nuestros socios del carrer Ciutat, amén de los cálculos más avanzados de ingeniería electoral y la recurrente sombra de la abstención, mantienen unos cuotas de representación nada desdeñables. Parece que sacar el máximo número de cargos con el mínimo número de votos sea un nuevo principio de sostenibilidad, quizás, incluso, la base teórica de un ecosocialismo huérfano de otras teorías. Y es que si algún periodista preguntara a cualquiera de los candidatos a eurodiputado si podrían llegar al Parlamento Europeo con menos de 100.000 votos1, todos dudarían de la cordura del entrevistador. Todos, salvo Raúl Romeva, quien, sonriente espera su incorporación al Grupo Verde Europeo dónde, debo reconocer, ha destacado como uno de los eurodiputados más activos.

El eurodiputado de IU-EUiA ha costado entre 500.000 y 525.00 votos, mientras que el de ICV entre 58.000 y 83.000 la diferencia no admite subterfugios: IU-EUiA ha regalado un eurodiputado a ICV. Por ello, y para romper el tópico del catalán tacaño, sería una acto de generosidad (y justicia) que Raúl Romeva se incorporara al grupo de GUE-NGL2, en lugar del grupo conservador de Greens/EFA3 Gracias por adelantado.

1 ICV-EUiA ha obtenido en Catalunya 119.089 votos, mientras que EUiA obtuvo en 1999 58.977, en un contexto, por cierto, mucho menos favorable. De modo que los votos de ICV en el 2009 rondarían los 60.000.

2Izquierda Unitaria Europea / Izquierda Verde Nórdica

3Los Verdes / Alianza Libre Europea. Ha coincidido en el 80% de las votaciones con el Partido Popular Europeo, situándose, de facto, a la derecha del Partido Socialista Europeo.

divendres, 15 de maig del 2009

Carta abierta no deseada al Eurodiputado Willy Meyer

Carta abierta no deseada al Eurodiputado Willy Meyer
Apreciado Willy,
Te he de confesar que no sé muy bien como empezar esta carta, habrás notado que no tengo la costumbre de escribirte y hubiera querido que fuera por otros motivos. Quizás para darte la enhorabuena por unos buenos resultados en las elecciones. Quizás para agradecerte tus intervenciones en el Parlamento Europeo. Quizás para felicitarte el 19 de agosto, dia en que celebramos tu cumpleaños y recordamos la histórica manifestación que tuvo lugar en Jaén el 1976 dónde más de 25.000 andaluces empuñaron las palabras de Miguel Hernández y marcharon en defensa de los olivares. Hoy, sin embargo, los motivos son otros.

Mis compañeros, que también son los tuyos, me informaron de las declaraciones que realizaste en el Insituto de Crédito Oficial en referencia a la impugnación de la lista de Iniciativa Internacionalista. Me decepcionaron, Willy. Un representante de una izquierda que se reclama transformadora no puede contentarse con el respeto al Estado de Derecho, sino con la transformación de dicho Estado de Derecho.

Desconozco cual es tu opinión respecto a la lista de Iniciativa Internacionalista o respecto Alfonso Sastre, su cabeza de lista. Yo siento una profunda admiración por el dramaturgo madrileño afincado en Hondarribia, tu puedes no sentirla y lo respeto. Yo comparto la gran mayoría de las propuestas que plantea la candidatura de Iniciativa Internacionalista, tu puedes no compartirlas, y lo respeto. Pero resulta que Izquierda Unida tiene una posición en relación a la Ley de Partidos, que yo comparto, y tu, Willy, también deberías compartir.

Quienes seguimos tu actividad parlamentaria nos alegra saber que traslades al Parlamento algunas resoluciones de la ONU, como la relativa a una moratoria internacional sobre la pena de muerte. Quizás te sirva recordar que el febrero pasado, la misma ONU afirmó que la Ley de partidos vulnera derechos fundamentales. ¿Es acaso coherente defender las resoluciones de la ONU excepto cuando citan a nuestro Estado, por muy de Derecho que éste sea?
En un contexto como el actual, de crisis sistémica del capitalismo, con más de cuatro millones de parados y la previsión de aumentar dichas cifras, puede resultar poco oportuno ocupar nuestro tiempo en defender una lista como la de Iniciativa Internacionalista. Puede incluso que nos reportara una hipotética pérdida de votos, pero es que no hacerlo nos reporta la pérdida, incontestable, de nuestros valores. El próximo 9 de junio votaré la lista que encabezas, porque comparto su proyecto político, espero que, de ahora en adelante, tu también lo compartas.
Un abrazo y buena suerte,
Antoni-Ítalo Moragas,
Responsable de relaciones internacionales de la CJC-Joventut Comunista de Catalunya y militante de EUiA,Comunista de Catalunya y militante de EUiA,

dimarts, 31 de març del 2009

Difícil camí per a la qüestió palestina

La pregunta no és “de qui és la culpa”, sobre això hi ha molt poc a discutir, Israel i les seves polítiques tenen una responsabilitat ineludible. La pregunta tampoc és “si un o dos estats”. A dia d'avui cap de les dues propostes són viables a curt termini. La pregunta de veritat és “si Hamàs és la solució a la dramàtica situació del poble palestí”.



La impossibilitat de l'equidistància entre Israel i Palestina, és a dir, entre opressor i oprimit és, o hauria de ser, el primer punt de partida d'una anàlisi d'esquerres respecte a la qüestió palestina. El segon, sovint oblidat, és acceptar que cada poble té dret a escollir el seu propi govern, i per tant el govern de Hamàs té exactament la mateixa legitimitat que la resta de governs que ha triat el poble palestí. La pregunta, en tot cas, és si Hamàs, i per extensió, el fonamentalisme islàmic, són la solució a la dramàtica situació que viuen els i les palestines.

Des d'una òptica de camps contraposats trobem els EUA i Israel per un costat i una sèrie d'estats que objectivament compleixen una funció antiimperialista per l'altre. És per tant, comprensible que determinats sectors de l'esquerra catalana prenguin partit per Hamàs, Hezbolà, la resistència iraquiana, etc. Ara bé, pretendre enfocar el conflicte des d'aquesta òptica és un error: el fet que estiguin combatent el major opressor dels pobles en aquesta part del món, no ens ha de fer oblidar que s'inscriuen en una corrent molt reaccionaria, en particular, en relació a les seves concepcions socials. Els fonamentalistes islàmics no es defineixen com a antiimperialistes, el què diuen és que fan front als creuats i els jueus, amb un llenguatge que demostra una concepció racista i fanàtica del món1. Tendim amb massa facilitat a jugar a una macabra partida de Risk on l'enemic del meu enemic és sempre, i malgrat tot, el meu amic. Hem d'acceptar que no ens trobem davant d'un veritable procés revolucionari, com el d'Amèrica Llatina, on és molt més fàcil encertar l'interlocutor.

És evident, que les dificultats d'una esquerra laica i progressista al món àrab han afavorit per un costat Israel i les seves pulsions més violentes i ferotges, i per l'altre les organitzacions fonamentalistes islàmiques. Des de finals dels '70, i amb una forta escalada als '80, les organitzacions islamistes van ser finançades pels governs i les autoritats militars israelianes2, per bloquejar un procés que si bé no hauria portat a la creació d'un estat palestí, hauria permès unes condicions millors que les actuals. En aquella època, mentre l'ofensiva contra l'OLP era duríssima i la corrupció de Fatah assolia nivells inacceptables, florien estructures lligades al món islàmic (tan sols a Gaza, en el període de 1967 a 1987, el nombre de mesquites es va triplicar passant de 200 a 6003). Les aportacions econòmiques que rebien les organitzacions islamistes i Hamàs des de la seva fundació el 1987 es transformaven en un estat del benestar sui generis: escoles, hospitals i tot allò que condueix a un arrelament real amb el poble.

La caiguda de la Unió Soviètica tampoc va ajudar a les organitzacions progressistes i laiques, lligades sovint al moviment socialista internacional, avalant encara més la tesi que la via islàmica era l'únic camí que podia prendre el martiritzat poble palestí. El reforçament de Hamàs va tenir com a conseqüència el reforçament d'una dreta encara més ferotge a Israel, que ha aconseguit, avui, arribar a sectors més moderats de la política i de la cultura israeliana. Una dreta que ha canalitzat la prosperitat econòmica dels darrers anys cap a només el 25% de la seva població sense cap repercussió entre les classes baixes, composades fonamentalment per jueus ortodoxes, jueus nord-africans i palestins4.

Hamàs, objectivament, ha esdevingut un instrument del govern d'Israel. Durant la guerra a Gaza hem observat aquest lligam indirecte entre l'organització islamista i el govern israelià. Segons Mohammed Nafa'h, secretari general del Partit Comunista d'Israel, la guerra a Gaza era un instrument per afavorir les posicions més violentes i feixistes de la dreta israeliana: “han realitzat una reeixida campanya electoral massacrant centenars de persones, amb el silenci (i en molts casos recolzament) de la comunitat internacional”. La lògica és clara: Hamàs és la coartada perfecta per justificar la guerra a Gaza, i aquesta reforça l'extrema dreta sionista.

Avui però, després d'una massacre d'aquesta magnitud, les organitzacions i els partits de la resistència han de col·laborar, no tenen cap altra opció: els distanciaments serien perjudicials per tots. És, per tant, un encert el paper que està jugant aquests mesos el Front Popular per a l'Alliberament de Palestina, organitzant manifestacions i reunions unitàries, exercint de frontissa entre Fatah i Hamàs I és també un encert, cercar de recuperar la força perduda i intentar crear les condicions pel renaixement d'una esquerra laica i progressista.

Els nostres deures a Catalunya, consisteixen en condemnar els comportaments que des de fa anys provoquen un patiment inacceptable dels palestins. Avui, com ahir, i possiblement com demà, és necessari estar al costat del poble palestí, de la seva resistència, comprometent-nos i mobilitzant-nos. L'únic camí pel poble palestí és un camí a l'esquerra. Cal, per un costat, una esquerra progressista, laica i combativa (amb tot els mitjans que consideri oportuns) a Palestina, i una esquerra laica i pacifista a Europa i a Israel que connecti amb les reivindicacions del poble palestí i forci al govern israelià al diàleg. Cal que la població palestina vegi en l'esquerra mobilitzada d'arreu del món un aliat del seu poble i conclogui que la solució a la qüestió palestina passa per un enfortiment de l'esquerra a Palestina. Tenim una enorme responsabilitat.

1 Entrevista a Gilbert Achcar, professor de ciències polítiques a Paris VIII i investigador del Centre Marc Bloch de Berlín, publicada a la State of nature del març de 2006.

2 John K. Cooley, An Alliance against Babylon: The U.S., Israel and Iraq.

3 Ziad Abu-Amr, Islamic Fundamentalism in West Bank and Gaza

4 Ian Pappé, The Modern History Palestine, One Land, Two Peoples.

dilluns, 16 de març del 2009

Reimaginar el socialismo, estar a la altura de las circunstancias

M'agrada aquest article:

Reimaginar el socialismo, estar a la altura de las circunstancias

Barbara Ehrenreich y Bill Fletcher Jr.
The Nation


El socialismo está de moda. “Ahora todos somos socialistas”, declara el Newsweek. Tal y como lo dice la derecha, vivimos actualmente en los Estados Unidos Socialistas de Europa. Pero ¿qué tienen que decir de la crisis económica global quienes se definen como socialistas (y sus amigos progresistas)?

Si no se ha oído a los socialistas hacer demasiado ruido respecto a la caída del capitalismo, no es precisamente porque seamos pocos para producir un ruido audible. Nosotros, como cualquiera en Wall Street en, digamos 2006, apreciamos la capacidad de autoafirmación del capitalismo americano, su habilidad para recuperarse y encontrar nuevos caminos para desarrollarse, como hizo después de las depresiones de 1877, 1893 y 1930. De hecho El Manifiesto Comunista puede leerse no sólo como una acusación al capitalismo sino también como un impresionante himno a su dinamismo. Es bien conocido el chiste sobre el economista marxista que acertó en la predicción de once de las tres últimas recesiones.

Pero puede que esta vez el paciente no se levante de la camilla por más que se le apliquen electrochoques para “estimularlo”. Parece que hemos entrado en la espiral de la muerte en que el aumento del paro lleva a la reducción del consumo y de ahí a más paro. Cualquier alegría que podamos sentirnos tentados a experimentar viendo a los directivos perder sus jets corporativos y a los ex - señores del universo limpiarse los huevos de sus caras, se estrella rápidamente contra el sufrimiento cada vez más vívido que nos rodea. Las despensas de alimentos y los albergues ya no pueden cubrir la demanda; millones de personas se enfrentan a la vejez con sus pensiones esquilmadas; nosotros mismos nos consumimos de ansiedad respecto al futuro que espera a nuestros hijos y nietos.

Además, no se suponía que las cosas ocurrieran de esta forma. Se suponía que habría una revolución ¿os acordáis? La idea, predicción, fe o lo que sea, socialista era que el capitalismo caería cuando las gentes se cansarían de intentar vivir de las migajas que caen de la mesa de los ricos y se alzarían de alguna forma –preferiblemente de forma inclusiva, democrática y no violenta- y se harían con la riqueza por ellos mismos. Esta toma de posesión no se habría parecido en nada a una “nacionalización” como la que se discute actualmente, en la que la riqueza pública fluye hacia el sector privado sin o con poco cambio en las élites que la controlan o en la forma en que se ejerce el control. Nuestras expectativas como socialistas eran que la gran cantidad de organización requerida para un cambio revolucionario crearía una infraestructura de gobierno, construido por –entre otras piezas del rompecabezas- los sindicatos, organizaciones comunitarias, grupos de intereses y nuevas organizaciones de parados y nuevos pobres.

También se suponía que sería sencillo para las masas tomar o “apoderarse” de la infraestructura física del capitalismo industrial –los “medios de producción”- y empezar a hacerla trabajar para el bien común. Pero gran parte de los medios de producción han volado al exterior; a China, por ejemplo, este bastión del capitalismo autoritario. Cuando contemplamos nuestro paisaje, con cada vez más cierres y examinamos las ruinas del capitalismo financiero, vemos banco detrás banco, inmobiliarias y compañías de seguros, compañías de títulos, compañías de seguros, agencias de notación y centrales telefónicas, pero no suficientes empresas que hagan algo realmente utilizable, como alimentos o medicamentos. En los últimos años el capitalismo se ha vuelto cada vez más abstracto, de una forma casi mística. Fuera de los sectores manufacturero y de servicios, cada vez menos gente es capaz de explicar a sus hijos lo que hacen para ganarse la vida. Los estudiantes más brillantes han ido a las finanzas, no a la física. Los mayores edificios urbanos contienen cubículos y pantallas de computadores, no líneas de ensamblaje, laboratorios, estudios o aulas. Incluso nuestra industria de bandera, la fabricación de automóviles, requeriría un gran retoque para hacer algo utilizable: no más automóviles, menos aún todoterrenos, sino más molinos de viento, autobuses y trenes.

Lo más cargante, desde una perspectiva socialista, es la noción evidente de que el capitalismo puede dejarnos con menos de lo que encontró en este planeta hace 400 años, cuando el modo de producción capitalista empezó a despegar. Marx pensó que el capitalismo industrial había resuelto potencialmente el viejo problema de la escasez y que había bienes en abundancia para avanzar siempre y cuando se distribuyeran de modo equitativo. Pero el capitalismo industrial –con algo de ayuda del comunismo industrial- ha llevado a un tal grado de destrucción medioambiental que amenaza a nuestra especie, junto a muchas otras. El clima se está calentando, la oferta de petróleo está alcanzando sus niveles máximos, los desiertos están avanzando y los mares se están elevando y contienen cada vez menos peces para alimentarnos. No hace falta ser un pesimista chiflado para darse cuenta de que el próximo capítulo puede ser la extinción.

En una situación como ésta en que están en juego la supervivencia biológica a largo plazo y la económica diariamente, la única cuestión relevante es: ¿tenemos un plan? ¿Es posible ver una salida e ir hacia un futuro justo, democrático, sostenible (añada sus adjetivos favoritos)?

Pongámoslo claro sobre la mesa: no lo tenemos. Por lo menos, no tenemos a punto, para sacárnoslo del bolsillo, ningún guión de como organizar la sociedad. Si ello puede sonar a negligencia por nuestra parte, hay que explicar que el socialismo era una idea de como reordenar la propiedad y la distribución y, hasta cierto punto, la gobernanza. Asumía que había mucho valor para poseer y distribuir; no imaginaba tener que habérselas con un modo de vida completamente nuevo y sostenible desde el punto de vista medioambiental. Además, la historia del socialismo ha sido desfigurada por demasiados dirigentes con un plan perfecto, siempre y cuando pudieran ganar el siguiente debate, llevar a cabo un golpe o conseguir suficiente gente que les siguiera.

Pero comprendemos –y esto es una de las cosas que nos caracterizan como “socialistas”- que la ausencia de un plan, o por lo menos de algún tipo de proceso deliberativo para planear lo que hay que hacer, no puede continuar siendo una opción. La gran promesa del capitalismo, al principio sugerida por Adam Smith y recientemente insertada en el “fundamentalismo de mercado”, era que no había necesidad de planear nada ya que el mercado se encargaría de todo por nuestra cuenta. En vez de infundir confianza, esta versión de la empresa privada ha fomentado la pasividad frente a esta divinidad inescrutable, el Mercado. Desregulad, dejad a los salarios caer a su nivel “natural”, convertid lo que queda del gobierno en una fuente inagotable de gratificaciones para los contratistas… ¡a vivir! Bien, la cosa no ha funcionado y la idea central del socialismo todavía está ahí: que la gente puede agruparse y planear como solucionar sus problemas, o por lo menos muchos de sus problemas, colectivamente. Que nosotros –no el mercado o los capitalistas o alguna élite de súper-planificadores- tenemos que controlar nuestro propio destino.

Lo admitimos: no tenemos ni siquiera un plan para el proceso deliberativo que sabemos que debe reemplazar la locura anárquica del capitalismo. Desde luego tenemos cierta noción de como debe funcionar, basándonos en nuestras experiencias con el movimiento de derechos humanos, el movimiento de mujeres y el movimiento de trabajadores, así como con un gran número de empresas cooperativas. Esta noción está centrada en lo que todavía llamamos “democracia participativa”, en la que todas las voces se oyen y todo el mundo es igualmente respetado. Pero no tenemos modelos precisos de democracia participativa a la escala requerida actualmente, que implica a cientos de millones, y potencialmente billones, de participantes a la vez.

¿Cómo sería este modelo? Hay algunos modelos fascinantes para estudiar, como los famosos experimentos del Partido de los Trabajadores brasileño para desarrollar un presupuesto participativo en Porto Alegre. El fundador del Z Magazine, Michael Albert, desarrolló una aproximación muy detallada a la planificación a partir de las masas, a la que denomina economía participativa, o “parecon”. Uno de nosotros (Fletcher, en su libro Solidarity Divided, escrito con Fernando Gapasin) ha propuesto una red local de asambleas populares. Pero todo eso es experimental y nos damos cuenta de que cualquier sistema de planificación democrática de masas será caótico. Se tambaleará; a veces se equivocará; y será devuelta muchas veces a la oficina planificadora.

Pero como socialistas sabemos el espíritu con que debe emprenderse este gran proyecto de salvación colectiva, el espíritu de solidaridad. Una noción hasta hace poco anticuada, que cobra vida de nuevo en el simbolismo y la energía de la campaña de Obama. El estribillo ¡Sí, podemos! era el slogan del movimiento Trabajadores del Campo Unidos y fue adoptado por varios sindicatos y organizaciones comunitarias para enfatizar lo que una gran cantidad de gente puede conseguir a través de la acción colectiva. Incluso las llamadas relativamente anodinas de Obama a un nuevo compromiso con el voluntariado y el servicio a la comunidad parecen haber inspirado un espíritu de “devolver”. Si la idea de planificación democrática, de controlar nuestro destino, es el contenido intelectual del socialismo, la solidaridad es su fuente de energía emocional: la comprensión moral y la firme convicción de que por apabullantes que sean los desafíos, estamos juntos en ello.

Sin embargo, sin organización la solidaridad es un sentimiento vacío –formas de pensar y de trabajar conjuntamente y de conectar los movimientos sociales que luchan diariamente contra la injusticia. Vemos una oportunidad extraordinaria en el sombrío hecho de que millones de americanos han sido convertidos en innecesarios por la economía capitalista y son libres de dedicar sus considerables talentos a crear una alternativa más justa y sostenible. Pero si somos serios respecto a la supervivencia colectiva frente a nuestras múltiples crisis, debemos construir organizaciones, inclusive las explícitamente socialistas, que puedan movilizar este talento, desarrollar liderazgo y lanzar batallas locales. Debemos ser serios porque las élites capitalistas que han dirigido las cosas hasta ahora han perdido todo su crédito, o incluso respeto, y nosotros – los progresistas de todos los colores – somos los únicos a la altura de las circunstancias.

Barbara Ehrenreich es una periodista norteamericana que goza de gran reputación como investigadora de las clases sociales en EEUU. Su libro más reciente es This Land Is Their Land: Reports From a Divided Nation. Bill Fletcher Jr. es el editor de Black Commentator, y fundador del Center for Labor Renewal.

dimarts, 10 de març del 2009

¡Aquí no hay quién viva!

Bolonia y el problema de la vivienda
¡Aquí no hay quién viva!


Antoni-Italo Moragas
Rebelión


Imagínense que el Ministerio de Vivienda de España decidiera, con el objetivo de crear un hipotético espacio común de vivienda en Europa, reestructurar la oferta de pisos de protección oficial con el siguiente programa:

1. Queda eliminada la Vivienda de Protección Oficial.

2. Queda constituido el Habitáculo de Protección Oficial reduciendo drásticamente la superficie de las anteriores viviendas pero manteniendo el precio de la oferta anterior. Además, se reserva un cuarto del habitáculo para que la empresa constructora pueda usarla cuando lo considere oportuno.

3. Queda constituida la Mansión de Protección Oficial, con prácticamente las mismas características que las viviendas, pero doblando su precio.

Según el ministerio, la reforma sólo conllevaría mejoras para la ciudadanía, puesto que los habitáculos seguirían siendo accesibles a toda la población y la reducción de la superficie vendría acompañada por una mejor ubicación de lo mismos. Además, señalaría el Ministerio, los nuevos habitáculos estarían en las afueras de las ciudades, mucho mejor conectados con los centros de trabajo, puesto que las empresas privadas garantizarían el transporte.

Habría quién protestaría porqué dicho transporte no conectaría con el núcleo urbano o bien, por que en menos de 30 metros cuadrados no podrían desarrollar sus vidas. La respuesta del Ministerio sería que la reforma supondría un cambio estructural y metodológico de nuestra vivienda y es comprensible que generara inquietudes entre quienes tengan miedo a adaptarse a las nuevas necesidades de la economía española.

Además, para quienes tuvieran excesiva nostalgia de la ciudad, el Ministerio ofrecería las mansiones en las condiciones anteriormente expresadas. Ante la crítica de quienes consideraran injusta la subida de precios, el Ministerio respondería que por fin habría mansiones a precio público, mientras que antes todas eran privadas y caras. Además, aunque las mansiones no tuvieran diferencias significativas con las viviendas, sus habitantes podrían presumir de ellas, puesto que la mayoría de la población pasaría a vivir en los angostos habitáculos

La mayor parte de lectores considerará inaceptable una situación como la que hemos descrito, tanto si necesitan acogerse a las ofertas de vivienda pública como si no. Sucede, sin embargo, que mutatis mutandi, esta es la Universidad que nos prepara el Ministerio de Ciencia e Innovación.Hagan la prueba: substituyan ciudad por conocimiento, vivienda por licenciatura, habitáculo por grado y mansión por máster, y en vez de conjugar en condicional háganlo en imperativo... Como reza la popular serie: ¡Aquí no hay quién viva (ni estudie)!

divendres, 27 de febrer del 2009

Crónica epistolar del concierto de Pablo Milanés en Barcelona


Querido Pablo,

Anoche asistí al concierto que realizaste acompañado por dos excepcionales músicos, Miguel Nuñez y Dagoberto González, ambos rebosantes de cubanidad. Te acogimos con la generosidad que nos caracteriza a los catalanes, ofreciéndote el Palau de la Música y un sinfín de aplausos alimentados por la ilusión de escucharte, de tenerte entre nosotros. Te ofrecimos lo mejor que tenemos, en lo colectivo y en lo personal: en Barcelona te queremos, Pablo.

Empezaste a cantar y notamos en seguida la sensación de las grandes ocasiones. Tu voz, acompañada por la fiel pareja de teclados, el violín eléctrico y tu guitarra fue llenando segundo tras segundo, canción tras canción, el espacio del Palau. Fiel a la tradición del movimiento de la Nueva Trova Cubana, esperábamos que cantaras por igual al amor y a la política, y lo hiciste, para bien o para mal, pero lo hiciste.

Quizás ya lo sepas, pero alguien debería explicarte, Pablo, que en nuestro país, a diferencia del tuyo, no estamos acostumbrados a hablar de política. Aquí no se discuten las decisiones del gobierno, las leyes aprobadas o los discursos de sus representantes. Aquí, mayormente, ni se critica ni se defiende, tan sólo se anima e insulta, forofos de uno u otro partido que, a la postre, acaban jugando a lo mismo.

En una de las canciones que ayer cantaste, explicaste la tragedia de las personas que emigraron de Cuba. Tragedia común en todos los países que nombramos y condenamos a ser del tercer mundo, o incluso, tercermundistas como si los países fueran partidarios de su propio subdesarrollo. Sucede, sin embargo, que si el emigrante es cubano se enciende una lucecita roja en muchas de las cabezas de algunos de mis compatriotas; lucecita que apenas vacila con los centenares de subsaharianos retenidos en centros de concentración en España. nombrados, con familiar talante, centros de acogida.


"Mi hermano Jacinto, que vive en La Habana no sabe si su hija que tuvo una nieta que aún no ha conocido sabrá que su madre murió de repente: las autoridades no lo dejan salir", versa la letra de la polémica canción. Quién haya estado en Cuba recientemente sabe (luego sabemos) que éste es un debate caliente entre su población. Las restricciones para salir de la mayor de las islas del Caribe, la llamada tarjeta blanca, son criticadas abiertamente por el trovador de Bayamo, pero también por muchos otros intelectuales, artistas y ciudadanos cubanos, entre ellos, Silvio Rodríguez o la mismísima Mariela Castro, hija del presidente Raúl. No puedes imaginar, Pablo, cuánto nos cuesta entender, que en un país se discuta y critique la política.

Pablo, aquí, en Barcelona, te sobran los amigos, lo sabes muy bien aunque no nos conozcas a todos. Amigos que nos emocionamos con tus canciones y nos estremecemos cuando alguien las interpreta errónea e interesadamente. Amigos que vivimos con la dichosa lucecita roja permanentemente encendida, convencidos que sin ella la vida no vale nada. Te queremos, Pablo. Valió la pena, Pablo.

Antoni-Italo Moragas

dimecres, 25 de febrer del 2009

Bolonya (el preàmbul)

Sobre el No a Bolonya

El fet de no haver trepitjat mai Bolonya impregna aquesta ciutat d'una aureola de misteri i curiositat.

El meu primer contacte amb Bolonya va ser a través de la pasta i la salsa bolonyesa. Bolonya era llavors la denominació d'origen d'aquell recurs fàcil que demanava quan anava a menjar a un italià (en el sentit més ample del terme) que havia comès l'imperdonable error de no incloure pizzes en el menú. Bolonya era el mal menor, el recurs fàcil de pares i mares quan portaven els fills al restaurant els diumenges.

Els qui hem estimat (o ens han fet estimar, tant és) el futbol des de ben petits vam anar descobrint la geografia a través d'aquest esport. El mètode consistia generalment en associar un equip de futbol a una ciutat, així vam aprendre els ciutats de bona part d'Europa, així com d'Amèrica Llatina, no sense algun entrebanc, com intentar situar sobre el mapa ciutats inventades, com ara "Tottenham", "Benfica", "Sampdoria" i "Celta", o modificar-ne lleugerament el nom, com ara "Compostela". Es tractava de designar les ciutats, en funció de l'equip de futbol que hi contenien, en un procés que podriem classificar de "ciutalici". Bolonya, no tenia la sort d'estar entre aquestes ciutats.

Més tard, Bolonya es convertiria en un mite polític: "Bologna la rossa". Vull deixar clar que el meu interés per la política comença quan el Barça perd la final d'Atenes al 1994 contra el Milan (equip que va donar nom a la ciutat durant molts anys), s'accentua quan Cruyff és destituit com a entrenador i es consolida quan Joan Gaspart assumeix la presidència del Futbol Club Barcelona (només em van caldre 6 mesos de Gasparisme per afiliar-me a la Joventut Comunista). La política comença doncs allà on s'acaba el futbol.

Durant la meva estada a Roma, Bolonya es va convertir en el viatge que mai vaig realitzar. La meva relació amb la ciutat consistia en trobar-me a l'estació amb persones que en provenien, i en guardo tan bon record d'aquelles persones, que em costa imaginar que de Bolonyia vingui res dolent.

Anava equivocat però d'això en parlem demà.




divendres, 23 de gener del 2009

De Jaén a Gaza: les oliveres són de qui les treballa

Aceituneros

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.

No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.

Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.

divendres, 9 de gener del 2009

D'escacs per Gaza (l'ofegat no són taules!)


Ahir, repasssant la llibreria de l'habitació vaig trobar el "Primer libro de ajedrez" de Horowitz i Reinfeld. Una edició deliciosa, del 1971, amb l'escrit "Mi primer libro es ahora tu primer libro de ajedrez". La meva posterior experiència en els taulers, decebria possiblement al David, que em va ensenyar a jugar en una planta baixa de la Parte Vieja de Donosti, però el gust pels escacs i la bellesa dels seus moviments em segueixen acompanyant.

Acompanyant-me, per exemple aquests darrers dies en què he intentat resoldre problemes de "blanques mouen i aconsegueixen taules". Hi ha moltes maneres de forçar taules: falta de material d'ambdós jugadors per fer mat, repeticions de moviments i el què ens ocupa: l'ofegament d'un dels jugadors.

L'ofegat és aquella situació en què no hi ha escac, però tampoc hi ha moviments disponibles, és a dir, el jugador no pot moure i per tant s'acaba la partida amb el resultat d'empat. L'ofegament, però, no sempre s'ha considerat com a taules, eś a dir, empat. Abans del segle XIX, quan es va estandaritzar com a taules, l'ofegat podia significar des de la victòria del jugador ofegat fins a la seva derrota.

Aquesta disparitat de criteris ve, segurament de l'assimetria de l'ofegat, doncs, la diferència de material entre ambdós bàndols pot ser monstruosa. I és aquí on apareix el conflicte entre Palestina i Israel.

El poble palestí es troba literalment ofegat per Israel des de fa cinquanta anys. Els escacs ens expliquen com hi ha situacions que porten irremediablement a d'altres situacions extremes. L'arrogant "mat en 5", acompanya una situació de calma aparent a una fi irremediable, maquinalment calculada i executada amb absoluta fredor. Així és com es va crear l'estat d'Israel, amb la diferència que en la vida real, quan s'arriba a situacions d'ofegament, Israel no té complexes en saltar-se totes les regles dels escacs i resolucions de la ONU vigents per moure fitxa, augmentant la diferència de material i matant al pas.

Si, com hem vist, la igualtat de l'ofegat ja plantejava dubtes en els escacs del segle XIX, en què les dues parts acceptaven les regles, quina igualtat hi ha en aquesta maleïda guerra?
Els moviments del bàndol sionista i del bàndol palestí no són comparables, perquè no hi ha igualtat i aquest ofegament no són taules sinó genocidi.